Bosques verticales: de la utopía urbanística a una realidad... ¿poco habitable?

El proyecto de viviendas Qiyi City Forest Garden en la ciudad china de Chengdu, pretendía concretar una de las utopías más soñadas por miles de arquitectos y urbanistas en los últimos tiempos: la idea de un bosque vertical
Esta jungla urbana, colmada de árboles y plantas en cada piso de un conjunto de edificios fue creada con la intención de ser un modelo para revolucionar la vida urbana en las densas y contaminadas ciudades de China. Aunque luego de materializarse, la realidad fue bastante diferente a lo esperado.

Ciudades verdes, arquitectura verde... ¿la naturaleza tiene límites? 
Desde hace muchos años, existe una creciente conciencia social por cuidar el medio ambiente, y esto también es parte de la agenda de los arquitectos en todo el planeta. Se busca mejorar la forma en que hoy construimos, proponiendo edificios con uso de energías renovables, instalaciones más sustentables, más vegetación, tratando de incorporar árboles y plantas hasta en los lugares más impensados de los edificios para mejorar la calidad de vida de los habitantes. Y es que, como ciudadanos -sobre todo quienes vivimos en edificios en altura- siempre tenemos ese anhelo de conectarnos estrechamente con la naturaleza. Ya sea con un jardín, un patio propio o una terraza, con al menos un pequeño rincón verde. 


Posiblemente esas ideas, sumadas a las difíciles problemáticas ambientales en las grandes ciudades del gigante asiático, fueron las que dieron origen a este proyecto. 
Este grupo de edificios en altura se posicionaba en ese momento como el mayor bosque vertical de China, pero finalmente se fue convirtiendo en una verdadera pesadilla para los pocos inquilinos que hoy habitan el lugar.
Todo empezó en el año 2016 con la construcción de estas ocho torres de 36 pisos cada una, con diversos espacios comunes y enormes balcones ajardinados con vegetación exuberante... en definitiva, se ofrecía la promesa de vivir en una verdadera selva urbana. Cada unidad tiene hasta 20 tipos diferentes de plantas creciendo en el balcón, con el objetivo principal de filtrar la polución del aire y el ruido de la ciudad.

La venta de los apartamentos fue un éxito en los primeros meses. La inmobiliaria que comercializaba el desarrollo no podía creer que las unidades se vendieran tan rápidamente. Parecía que mucha gente quería vivir en el mayor bosque vertical de China.
Pero después de algunos meses, las cosas no fueron tan buenas como se esperaba. Ese paraíso ecológico de vanguardia que se prometía poco a poco fue decayendo. Las torres se convirtieron más tarde en algo así como el escenario de una desolada película post apocalíptica. 

De la utopía urbanística a un escenario poco habitable
Por más simple que parezca, es evidente que ninguno de los proyectistas tuvo en cuenta ciertas consecuencias lógicas de la naturaleza. Ese gran volumen de vegetación introducido en los edificios, sin dudas iría configurando nuevos ecosistemas en el lugar. 
Según el periódico estatal Global Times, sólo algunas pocas familias se mudaron a vivir a los edificios en el primer tiempo, mientras que otras unidades permanecían en manos de inversionistas. 
Y los mosquitos no tardaron en instalarse en estos nuevos jardines verticales, literalmente como una plaga, haciendo que la gran mayoría de las viviendas no llegaran a ocuparse. Es que ahora la gente no quiere ir a vivir al “edificio de los mosquitos”, y desde entonces el concepto de bosque vertical se ha convertido en una pesadilla para muchos.

El estado actual del complejo Qiyi City Forest Garden provocó un intenso debate en las redes sociales chinas, con internautas a favor de la idea de vivir en contacto con la naturaleza sin importar las consecuencias, mientras que otros sólo muestran su preocupación por la seguridad con respecto a las plantas, que se siguen expandiendo, colonizando los edificios conjuntamente con la plaga de insectos.

El testimonio de uno de los habitantes es muy claro, pero a su vez angustiante:

“¡Es como vivir en plena selva! Y aunque te sientes atrapado por la naturaleza, es imposible vivir al estar todo el día pendiente de los mosquitos”.

Esta experiencia deja muchas enseñanzas y reflexiones, e incluso despierta interrogantes para otros proyectos de este tipo en el futuro:
  • Planificar y proyectar el edificio más verde de una ciudad, decididamente debe involucrar a profesionales de distintas áreas. ¡Sí! es una tarea inter-disciplinaria, y nunca será suficiente con un puñado de arquitectos e ingenieros civiles. Para un desarrollo de esta naturaleza, también deberían participar biólogos, ambientalistas, y profesionales de otras áreas. 
  • Las propuestas utópicas que van en línea con la ola "ecologista" que el mundo sueña, son quizás consideradas por los arquitectos como ampliamente aceptadas, e incluso desde el mundo de las Bienes Raíces pueden pensarse como productos inmobiliarios que se venderán muy fácilmente. Pero es importante tener en cuenta el elevado costo y esfuerzo de mantenimiento que requiere un proyecto de este tipo. Quizás no todos los ocupantes estarán dispuestos a invertir su tiempo y dinero en mantener toda esa vegetación exuberante. Y es ahí ahí donde se genera un punto de inflexión, donde posiblemente la cantidad de potenciales usuarios puede reducirse, poniendo en riesgo la ocupación de los edificios.
  • Cuando las raíces de estos árboles y plantas se desarrollen lo suficiente, ¿podrían llegar a afectar la estructura de los edificios? ¿Las ramas de los árboles podrían eventualmente caer desde lo alto y representar un riesgo para las personas que caminan por los alrededores?

¡Deja tu opinión debajo en los comentarios!

¿Te gustó este artículo? Comparte con tus colegas y amigos 👍



Copyright © arquifilm.