Ubicada en un tradicional barrio de Tokio, la casa Moriyama fue pensada para habitar de manera flexible los diferentes recintos y espacios tanto interiores como exteriores, según las costumbres, formas de vida o las condiciones climáticas. Se consideró que el cliente pudiera tener la libertad de decidir qué piezas del conjunto utilizar como su propia residencia y cuáles podrían dejarse disponibles para alquiler.
El resultado fue un pequeño archipiélago conformado por más de diez volúmenes, independientes unos de otros, y con diferentes dimensiones, que albergan los distintos programas de una casa.
La disposición propuesta por los arquitectos permite extender el uso de cada uno de los bloques hacia una serie de patios que se conectan entre sí y se abren al entorno. De esta forma surgen interesantes paisajes domésticos llenos de intersticios, callejuelas y patios, con diferentes grados de privacidad que remiten a la imagen de un pequeño vecindario.
El resultado fue un pequeño archipiélago conformado por más de diez volúmenes, independientes unos de otros, y con diferentes dimensiones, que albergan los distintos programas de una casa.
La disposición propuesta por los arquitectos permite extender el uso de cada uno de los bloques hacia una serie de patios que se conectan entre sí y se abren al entorno. De esta forma surgen interesantes paisajes domésticos llenos de intersticios, callejuelas y patios, con diferentes grados de privacidad que remiten a la imagen de un pequeño vecindario.